Tengo sobre mi escritorio una producción reciente de Radio Nederland, la prestigiosa emisora de los Países Bajos, cuyo título es La incomprendida. Como quiera que tiene por antetítulo la palabra «Radionovela>>, antes de abrir y escuchar el primer capítulo, tuve la ilusión de que se tratara de algún tipo de defensa de este viejo género melodramático.
Confieso que me hice la ilusión de encontrar una actualización de la discusión sobre la vigencia del género, sobre su utilidad y, por qué no, sobre sus posibilidades radiofónicas, en un mundo en el que los hábitos de consumo de los medios, en general, y de la radio, en particular, han cambiado de manera drástica en los últimos 5 años.
Todas estas expectativas se originaron en que una semana antes nuestra emisora colega, Radiónica, también de RTVC, había merecido una mención en la revista Cambio, gracias a la emisión diaria de Los detectives salvajes, una radionovela precisamente, y todo esto porque lamentablemente falleció Gaspar Ospina, la inolvidable voz que encarnó al inmortal Kalimán, el hombre increíble.
Pues bien, escuchado el primer capítulo de La incomprendida, empecé a ver que no nos animan los mismos motivos, ni las mismas razones para producir radionovelas. Hay tan hondas y fuertes diferencias entre esta producción de Radio Nederland y la de Los detectives salvajes, de Radiónica, que me hicieron tomar la decisión de escribir acerca de lo que pensamos en Radio Nacional y en Radiónica sobre la radionovela en el momento actual.
Hacemos radionovela, en primer lugar, porque consideramos que todos los formatos radiofónicos son útiles, vigentes y tienen importancia. Una radio pública tiene la obligación de pensar en sus audiencias más allá de las modas o los intereses inmediatos, sean ellos económicos o de otra índole. Así, pensamos que todo lo que nos sirva para entretener a nuestra audiencia puede y debe ser intentado. Pero como sabemos que la audiencia no es ingenua, hacemos lo posible por usar los diferentes formatos de forma que ellos respeten la inteligencia y conocimientos de quienes nos oyen y de quienes pueden llegar a oírnos.
Hacemos radionovela, en segundo lugar, pensando en los hábitos de nuestros oyentes. Ya nadie se sienta a oír la radio en la tranquilidad del hogar, poniendo sus cinco sentidos en lo que se escucha. Ahora escuchamos la radio, como parte del sonido de fondo. Con atención fragmentaria, por momentos, mientras hacemos otras tareas, mientras vamos en un vehículo que circula en medio del ruido y nos ofrece muchos motivos de distracción visual, oral, mental, etcétera. Es por esto que nuestros capítulos duran máximo 5 minutos, y además están disponibles en la web, para los que quieren escucharlos de nuevo.
Hacemos radionovela, en tercer lugar, sabiendo que la gran mayoría de quienes nos escuchan esperan del melodrama algo nuevo, no las mismas fórmulas de hace 40 o 50 años. Por esto, como bien los dice el periodista que hizo el artículo de la revista Cambio, lo que hacemos es más una parodia del género dramático, que un inútil intento por darle vigencia más allá de sus posibilidades actuales.
En este punto hay que resaltar que siguiendo el diccionario parodia es: «Imitación burlesca de una obra literaria o artística de cualquier clase, de los gestos, manera de hablar o actitudes de alguien, o de cualquier otra cosa», es decir, hecho con la intención de entretener, que a su vez, es «Hacer pasar agradablemente el tiempo».
Porque hoy la radio es un medio de acompañamiento, un medio que tiene que servir como «la banda sonora de nuestra vida».
En esta línea de pensamiento creemos que todos los géneros, usados o por inventarse, son parte de los recursos que tenemos los que hacemos radio para invitar a nuestros oyentes a escucharnos.
¡Ah! Se me olvidaba contarles que la radionovela de Radio Nederland, tiene capítulos de 26 minutos… y está hecha con los recursos sonoros y el estilo de voces de la radionovela clásica…